Una semana en Bogotá da para mucho, aunque hace falta mucho más para explorar todos los rincones que esconde en sus barrios. Hemos conocido gente de lo más variopinta que nos ha mostrado lo que para ellos es lo más "chévere" y nos han abierto una vez más las puertas de sus casas. Esta aventura se nos termina y estamos con una sensación rara que mezcla tristeza y alegría; tristeza porque nos vamos de una tierra que nos ha tratado maravillosamente y alegría porque volvemos a ver a la gente que echamos de menos y podemos decir que esta aventura ha sido un éxito en cuanto a experiencia y convivencia se refiere.
Una vez llegado a este punto, ya tenemos acreditación sobrada para recomendar este país como destino para soñar despierto.
Gracias a todas las personas que han hecho fluir con nosotros este experimento.
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