Visitas

lunes, 11 de julio de 2016

De Charlará a Cañaverales



































En Charalá nos quedamos un par de días y conocernos a una familia que nos trata como si dos miembros más fuésemos, mostrándonos cómo trabajan el algodón en su artesanal negocio textil y una poza donde acuden los locales a refrescarse. Una vez que nos despedimos de ellos como se merecen y nos cargamos de fruta y agua, hacemos 14 km llaneando por unos interminables prados verdes hasta un puente donde "se acaba el buen rollo" para empezar a ascender por una pista pedregosa hasta Virolin. Esta pista casi impracticable, era hasta hace relativamente poco la que unía Bucaramanga con Bogotá. En Virolin que es un pueblo de cuatro casas contando la iglesia, hay un colegio donde acuden los chavales de los alrededores viernes, sábado y domingo de forma intensiva por lo inaccesible que resulta. Un señor que conocemos en la puerta del colegio, nos informa de la existencia de una poza un par de kilómetros más adelante llamada Orion. Después de comer en la tienda del "pueblo", donde la señora Carmen nos improvisa unos suculentos platos que revueltos con hambre estaban deliciosos, nos dirigimos al edén a bañarnos en un agua color caoba gracias a las raíces de un robledal por las que pasan. Una vez descansados continuamos hasta Cañaverales donde Reynaldo nos recibe en su casa de campo y nos prepara la cena entre risas porque resulta ser un cachondo de cuidado. 

2 comentarios:

  1. Que bueno que se hayan sentido así, para nosotros también fueron como miembros de nuestras familias, ahora a seguir,como decía jose Antonio Galán, líder comunero "Ni un paso atrás siempre adelante".

    ResponderEliminar